La verdad del petróleo en Venezuela
La
verdad del petróleo en Venezuela
Juan Pablo Pérez Alfonso se volvió famoso en el mundo
porque, en 1960, lideró la creación de la Organización de países exportadores
de petróleo (OPEP). “No es oro negro”, dijo alguna vez Pérez Alfonso, para
describir al recurso que históricamente ha sido determinante en el orden
económico mundial y en la supervivencia de Venezuela. “El petróleo es el excremento del diablo”. Y
es que, desde siempre, el petróleo ha sido para Venezuela su salvación y su
condena. En los años 70, los venezolanos conocieron la riqueza gracias a la
lluvia de petrodólares que llegaba al país. La segunda mitad del siglo XX
estuvo marcada por el descubrimiento del yacimiento petrolero del Campo La Rosa
y Venezuela empezó a ser lo que actualmente es: la reserva más grande del
planeta. Dicen que los barriles venezolanos alcanzarían a suplir la demanda de
Estados Unidos en las próximas siete décadas.
Los años 70 en Venezuela
estuvieron marcados por la bonanza. El país vivió grandes
inversiones, aumentos de salarios y el crecimiento de la industria
petroquímica. Sin embargo, la bonanza dependía del precio del crudo y tan
pronto este se desplomó, Venezuela empezó a desplomarse también. La caída del
petróleo, además, estaba amarrada a la caída del bolívar.
En los 80, las
devaluaciones motivaron una serie de protestas y fue en ese contexto que la
figura de Hugo Chávez empezó a cobrar relevancia. Chávez entendió en su momento
que todos los venezolanos querían disfrutar de un pedazo de esa torta
petrolera, pero solo un sector muy reducido tenía acceso a probarla y seguir
comiendo. Por eso, Chávez prometió una democratización de los recursos del
petróleo de la que nadie hablaba.
Chávez corrió
con suerte: cuando empezó su mandato, un barril costaba solo 10 dólares. Pero
durante su gobierno, en el 2003, el precio del barril alcanzó los 100 dólares.
De esa manera, fue el petróleo lo que le permitió poner a andar sus misiones
sociales, aumentar el gasto público y, de paso, intervenir empresas privadas y
expropiarlas. Así, el petróleo siempre ha sido la principal actividad económica
del vecino. Para el 2013, las cifras más recientes del Banco Mundial, el
petróleo constituía el 13 % del Producto Interno Bruto venezolano.
A Nicolás Maduro no le tocó la buena suerte de su
antecesor. El precio del barril oscila actualmente alrededor de los 50 dólares
y como la economía venezolana ha dependido de la variación del petróleo, el
país se encuentra frente a un desabastecimiento de dimensiones enormes que día
a día se roba las portadas de los medios internacionales. Actualmente, la inflación en Venezuela es del 784 %.
Amenazas petroleras
“En efecto, si Estados Unidos
deja de importar petróleo venezolano, pues mandaría a Venezuela la Edad Media,
pero eso tampoco les conviene”, dice Federico García,
historiador.
La votación de la
Asamblea Constituyente empezó a generar comentarios de la comunidad
internacional. Una docena de países se manifestó en contra de la medida que el presidente tomó para salir de la crisis y la única con la que podría anular al Parlamento, de mayoría opositora. El gobierno de Estados Unidos fue uno de los primeros en reaccionar. Primero, sancionó a 13 funcionarios chavistas, después aseguró que no reconocería las elecciones y, luego, el presidente Trump dijo que todas “las sanciones económicas están en consideración”. “Estados Unidos empezó a utilizar su propia reserva. Hay otros mercados que le están coqueteando para ser el reemplazo de los barriles venezolanos”, explica Rodríguez.
Además, el gobierno no ha podido ocultar que la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) está sumida en una crisis sin fondo que ha afectado la producción. “Es cierto que se está acabando el petróleo en Venezuela, pero también es porque se está acabando el petróleo en el mundo. Es un problema estructural que le va a tocar a la próxima generación”, agrega García. En medio de esa crisis global, García considera que Venezuela sigue siendo un mercado determinante para Estados Unidos y que anular la importación de petróleo tendría efectos que los afectarían a ambos y también a la economía global. “Colombia, por ejemplo, es una economía muy frágil frente a un desplome del petróleo”.
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